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Presentación "Tomándose y soltándose" de Pablo Carvajal

Actualizado: 1 abr 2023

Por Noelia Figueroa-Burdiles.


El libro de Pablo Carvajal llegó a nosotras el verano del 2018. Inmediatamente nos atrajo su estética, un dibujo aparentemente casual, con la precisión del artista que busca transmitir un mensaje profundo y descifrable, a través de metáforas y juegos visuales para hacer de la lectura una experiencia lúdica y lúcida.

La historia nos gustó aún más. Pablo escribe sobre una niña, que podría ser un niño, y sobre un padre, que podría ser una madre. También hay un sicólogo, que probablemente representa su propia voz… ahí es donde vemos también a la persona artista en el escritor que se mueve en el infinito mundo de la transdisciplina.

Antes de leer el libro, lo primero que se me vino a la mente fue la relación entre padre e hija. Esta relación es un tópico de todos los tiempos que ha sido abordado en la literatura del noratlántico, pero también en la literatura chilena y latinoamericana. Antígona es uno de las obras que primero recordamos: Tal es el amor que la hija tiene a su padre, que lo acompaña en su destierro para cuidarlo hasta su muerte.

Gabriela Mistral escribe y ama a un padre que casi no conoció: “Padre: has de oír / este decir / que se me abre en los labios como flor. / Te llamaré / Padre, porque / la palabra me sabe a más amor. / Tuyo me sé, / pues me miré / en mi carne prendido tu fulgor. / Me has de ayudar / a caminar / sin deshojar mi rosa de esplendor”.

Sin deshojar mi rosa de esplendor, dice. El padre, esa figura que desde pequeñas ha estado presente (o ausente, pero ese es otro tema que también ha sido desarrollado por la literatura y la historia); una figura que tiene algo de brutal y de amoroso, como nos dice Stela Díaz Varín; una brutalidad que viene de la autoridad incuestionable embestida por el mismo cielo, nos han dicho las religiones cristianas. Esa autoridad, a veces incomprensible para muchas de nosotras, que como hijas (y también como hijos), quisimos derrocar en más de alguna oportunidad; rebeldía que con temor contuvimos, esa rosa de esplendor deshojada con la orden o el mandato paterno y por nuestra respuesta de silencio y servidumbre.

Por eso no es casual, por lo menos para mí, que la relación en el libro sea de un padre y una hija. Y aunque Pablo Carvajal no se refiere con su libro a nada de lo que he dicho anteriormente, lo que sí hace es que pensemos esta relación como una danza, la danza de tomarse y soltarse, la danza de abandonar aquellas conductas que nos atan a costumbres, roles y formas de dependencia… La danza, ese gesto natural emancipado que sentimos en nuestros cuerpos…

¿no hemos olvidado nuestras danzas cuando éramos pequeñas, cierto?


Pensar en estas relaciones, darle un nuevo cuerpo, una nueva forma, un nuevo sentido es vital en nuestros días. Sobre todo cuando la respuesta que ofrece la sociedad estructurada y supermonetarizada a nuestras contradicciones o insatisfacciones, está en la medicación – (recuerdo la noticia de políticas del gobierno actual para mejorar el crecimiento económico a través de la rebaja el valor de los medicamentos) – pareciera que los medicamentos están en el centro de nuestra sociabilidad… Cuestión que es mucho más grave en la infancia y que debe ponernos alerta ya. En las escuelas medican a les estudiantes más inquietes para mantener el orden... También de eso nos habla el libro de Pablo Carvajal: el padre debe llevar a la niña al sicólogo para que le den un tratamiento y no siga distrayendo la clase, le ha dicho el profesor… Recuerdo que mi madre una vez hace muchísimos años me llevó al médico y era tan inquieta también, que el doctor le dijo que me tenía que dar Ritalin. Por suerte mi mamá se opuso y no lo hizo… Es necesario, como padres, como madres, como familiares, como comunidades de personas, oponerse a la normalización de la medicación de las niñas y los niños.


En ello, tenemos que repensar y cambiar los espacios que hemos creado para que niñas y niños puedan desenvolverse, expresarse y crecer:

la calle es insegura ¿por qué, qué haremos?;

la casa es un templo que mantener en el poco tiempo que da el mundo del trabajo ¿podemos cambiarlo?;

la escuela es un lugar de contención con poco aire libre y naturaleza, con espacios limitados para la expresión de esos pequeños cuerpos inquietos ¿cómo lo superamos?.

La niña del libro de Pablo logra vencer estos problemas, porque puede ingresar a la escuela de danza; esta existe en su entorno, y allí se inicia el proceso de desprendimiento necesario para su emancipación. Marta se convierte en una bailarina, en un artista, que también podría ser actriz, música, pintora, cineasta, diseñadora, escultora, escritora, poeta…


Esperamos que este libro ilumine a quienes lo lean para que se creen más escuelas de danza, más escuelas de artes en nuestras ciudades y pueblos, para que las calles y lugares naturales sean espacios seguros que permitan el libre desenvolvimiento de las niñas, niños y jóvenes que aspiran a moverse con libertad. A vivir una nueva/vieja utopía en un mundo que quiere hacernos creer que es distópico y apocalíptico, porque está afuera de nosotros, de nuestros territorios.

Les invitamos a leer este libro, a atesorarlo, pero sobre todo a actuar allí donde vivimos y para quienes amamos.





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